sábado, 28 de diciembre de 2013

No tiene explicación
ni pide permiso.
Pero el frío siempre llega al valle del heno,
como llegan todas las malas noticias.

A mi alrededor: niños sin padre,
padres sin patrón
y patria sin rumbo.

Y gritos.

La gangrena se extiende.

Yo todavía acarreo mis viejas armas,
no importa lo mucho que pesen
o que lleguen a pesar.

Caminaré más despacio,
caminaré en duermevela,
dejaré de saludar,
guardaré cada aliento y cada moneda.
Pero seguiré caminando.

Cuando las palabras dejan de tener razón,
sólo queda el camino.

No esperes que pare por ti.



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