No tiene explicación
ni pide permiso.
Pero el frío siempre llega al valle del heno,
como llegan todas las malas noticias.
A mi alrededor: niños sin padre,
padres sin patrón
y patria sin rumbo.
Y gritos.
La gangrena se extiende.
Yo todavía acarreo mis viejas armas,
no importa lo mucho que pesen
o que lleguen a pesar.
Caminaré más despacio,
caminaré en duermevela,
dejaré de saludar,
guardaré cada aliento y cada moneda.
Pero seguiré caminando.
Cuando las palabras dejan de tener razón,
sólo queda el camino.
No esperes que pare por ti.
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