Me concentro en cada paso.
Es lo único que me importa.
Alrededor, el paisaje se
muestra borroso en los márgenes de mi perspectiva.
Una piedra me obliga a
improvisar.
Pero tras el recodo...
Inmensidades,
dimensiones crecientes
del valle,
del río,
de la ladera que derrama mis
sentidos,
de la rugosidad inexistente
del matorral.
El camino que me estuvo
esperando.
Fragancias,
nuevos sonidos que siempre
tuve en mi memoria,
un aleteo libelular y
apresurado
que imprime en mi párpado
una huella azul:
reflejos de un envés en
repeticiones innumerables.
Esto es todo lo que necesito.
No quiero saber nada más.
Ya olvidé todas las lecciones.
Todo se detiene...
Pero incluso entonces tu
imagen me perturba por momentos.
Y me doy cuenta de que nunca
estuviste aquí en realidad.
Y nunca estarás.
Yo...
No sé.
Continúo mi camino.